Sade hizo mucho del buen comer, junto a los placeres y sufrimientos del amor. Desde sus prisiones, donde pasó muchos años, dirigía a su mujer (a la que a veces llamaba "cerdo recién salido de mis pensamientos", porque, decía, "me gusta mucho el cerdo") peticiones concretas y apremiantes de comida, dándole li ...
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