Odeur : nf El olor es una emanación volátil, característica de ciertos cuerpos y capaz de provocar en humanos o en animales sensaciones debido a la estimulación de órganos especializados.
- La expresión "Estar en olor de santidad": Estar en un estado de perfección espiritual - Ser bien visto.
En el pasado, se creía que el cuerpo de una persona santa emitía después de su muerte un olor dulce y peculiar, que hacía que fuera fácil distinguirlo de otras personas fallecidas.
Es de ahí que en el siglo XVII apareció nuestra expresión con su primer significado indicado, para designar a una persona que tuvo durante su vida un comportamiento tan admirable que fue posible su canonización.
Pero antes de eso, en el siglo XVI, ya existía tener buen / mal olor empleado sobre alguien que causó una buena o mala impresión. Este significado no ha desaparecido y se ha mantenido en nuestra expresión hoy, buen olor convirtiéndose olor a santidad y empleado, porque causaba una buena impresión, de alguien que es apreciado, bien considerado.
En este segundo sentido, el moderno, la locución se usa más en la forma negativa. no estar en el olor de la santidad hablar de una persona mal vista por otra.
Esta expresión se utiliza generalmente para un bien habido mal cuyo origen se prefiere olvidar el origen dudoso. El emperador Vespasiano (nacido en el 9 d.C. y muerto en el 79), que reinó en Roma del 69 al 79 d.C., instituyó una serie de varios impuestos con el fin de reponer la tesorería del Estado. Uno de ellos marcó especialmente los espíritus, que en la orina destinada a ser recolectada para uso de los tintoreros (se usaban para desengrasar las pieles). Era pagadero cada cuatro años por todos los jefes de familia, según el número de personas (y animales) que vivían bajo su techo. Por supuesto, la gente se rió de este impuesto y Tito, el hijo de Vespasiano, lo comentó. El emperador luego le puso una moneda debajo de la nariz y le dijo, pidiéndole que la oliera: "el dinero no huele" (" pecunia non olet “), dando a entender así que no importaba de dónde proviniera el dinero mientras llenara las arcas. Los urinarios públicos instalados en París a partir de 1834 se denominaron vespasiennes, en memoria de Vespasiano.
Cita del escritor francés Louis-Ferdinand Destouches, conocido como Céline (1894-1961): “Entonces es el contagio supremo y el alejamiento más implacable… Queda boquiabierto allí en el establo, descompuesto, andrajoso, verde, más visible. Desprende un olor tal que los más repugnantes lo intentan, postergan terminarlo”, en la novela. Banda de guiñol (1952).